Acercamiento de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
(Testimonio de los familiares de los desaparecidos de la cafetería del Palacio de Justicia). Bogotá, D.C. 18 de noviembre de 2006
Qué concepto de justicia puede construir usted para su vida, si una mañana cualquiera sentado a la hora del desayuno con su hermana, se despide con un beso en la mejilla de ella que trabaja en la Corte Suprema de Justicia y se encuentra con que un par de horas después ocurre allí un holocausto que dura dos días y usted la ve salir viva en custodia del Estado al final de la masacre y veintiún años después no sabe nada de la suerte que ella corrió?
Qué concepto de Nación y qué amor patrio puede tener usted por un país, cuando observa que durante las primeras dos décadas la rama jurisdiccional de ese territorio, en cabeza de ocho jueces, hace todo excepto investigar el delito de lesa humanidad que ocurrió sobre su hermana, que no culpa a nadie, que pasa todo ese tiempo de impunidad y de agache sin que nadie haga nada?
Qué sentimiento de ira se puede generar en su alma cuando usted observa que su papá muere dieciséis años después de esa desaparición, tratando de buscar el rostro de su hija entre las locas que deambulan por el centro de Bogota? Y peor aun que muere sin saber que suerte corrió ella?
Qué imagen puede usted tener de Colombia después de que comprueba que las versiones anónimas que le cuentan que su hermana una vez sacada del palacio fue torturada durante cuatro días en varias dependencias militares, violada, asesinada y su cuerpo metido en acido sulfúrico y cal para ser descompuesto, apuntan a ser ciertas?
Les escribo de Cristina del Pilar Guarin Cortes, una menuda mujer de 27 años (en el año de 1985), licenciada en Ciencias Sociales, con una beca aprobada para estudiar un postgrado en Ciencias de la Educación en España, que iniciaba en diciembre y quien se desempeñaba como cajera temporal de la cafetería del Palacio de Justicia; su gran pasión siempre fue esa, estudiar. Leía, escribía y hablaba perfectamente además de la lengua materna el francés y el inglés; asidua lectora de Dante Aligieri, escritora de cartas de amor en francés, con un alma que vibraba al son de la música salsa soñando con el príncipe azul que nunca llegó.
Qué concepto de Nación y qué amor patrio puede tener usted por un país, cuando observa que durante las primeras dos décadas la rama jurisdiccional de ese territorio, en cabeza de ocho jueces, hace todo excepto investigar el delito de lesa humanidad que ocurrió sobre su hermana, que no culpa a nadie, que pasa todo ese tiempo de impunidad y de agache sin que nadie haga nada?
Qué sentimiento de ira se puede generar en su alma cuando usted observa que su papá muere dieciséis años después de esa desaparición, tratando de buscar el rostro de su hija entre las locas que deambulan por el centro de Bogota? Y peor aun que muere sin saber que suerte corrió ella?
Qué imagen puede usted tener de Colombia después de que comprueba que las versiones anónimas que le cuentan que su hermana una vez sacada del palacio fue torturada durante cuatro días en varias dependencias militares, violada, asesinada y su cuerpo metido en acido sulfúrico y cal para ser descompuesto, apuntan a ser ciertas?
Les escribo de Cristina del Pilar Guarin Cortes, una menuda mujer de 27 años (en el año de 1985), licenciada en Ciencias Sociales, con una beca aprobada para estudiar un postgrado en Ciencias de la Educación en España, que iniciaba en diciembre y quien se desempeñaba como cajera temporal de la cafetería del Palacio de Justicia; su gran pasión siempre fue esa, estudiar. Leía, escribía y hablaba perfectamente además de la lengua materna el francés y el inglés; asidua lectora de Dante Aligieri, escritora de cartas de amor en francés, con un alma que vibraba al son de la música salsa soñando con el príncipe azul que nunca llegó.
La vida me brindó la oportunidad de conocer a Cristina, no solamente por el hecho de habernos formado en el mismo vientre, sino por haber compartido nuestras infancias y adolescencias. Estudiamos en los mismos colegios y nuestras vidas tuvieron un destino paralelo hasta su fatídica desaparición, ocurrida para sorpresa mía en un edificio que tiene un letrero en la parte superior que dice: "SI LAS ARMAS OS DIERON LA INDEPENDENCIA, LAS LEYES OS DARAN LA LIBERTAD"; que hechos como estos no los vuelvan a repetir estos malos hijos de Colombia. Verdad, justicia y reparación para los familiares de los desaparecidos del palacio de justicia".
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